Con frecuencia a
los escritores se les interroga acerca de su oficio: ¿cómo escriben?, ¿cuándo
lo hacen?, ¿por qué escogen el tema? y -claro está que no puede faltar- ¿para
qué escriben? Veamos algunas respuestas a esta última pregunta.
Para algunos la
realidad no lo es todo. Así Fernando Pessoa –citado por Jorge F. Hernández- escribía
“porque la realidad no basta.”
En otros casos
es cuestión de vida y muerte, por lo que Augusto Roa Bastos se sinceraba: “Escribo para evitar que al
miedo de la muerte se agregue el miedo a la vida.”
Hacer frente al
aburrimiento y a los momentos críticos de la vida también se ubican entre las
causales, según lo sostenido por Enrique Jardiel Poncela: “Escribo, porque nunca he
encontrado un remedio mejor que el escribir para ahuyentar el tedio, y en las
agudas crisis que jalonan mi vida siempre empleé la pluma como un insecticida.”
No faltó quien
devolviera la pregunta, tal como aconteciera con Graham Greene: “A veces me pregunto cómo se
las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan para
escapar de la locura, la melancolía, del terror inherente a la condición
humana.”
Rosalía de Castro
escribía aun a sabiendas que no hay espacios para la originalidad:
Bien sé que no hay
nada nuevo bajo
este cielo,
que antes otros
pensaron
las cosas que ahora
yo pienso.
Y bien, ¿para qué
escribo?
Bueno, porque así
somos,
reloj que repetimos
eternamente lo
mismo.
La curiosidad es
otra de las motivaciones que mueven al escritor, tal como acontece a Etgar
Keret: “(…) el incentivo más grande que tengo para escribir es el de enterarme
qué ocurrirá después. Si me quiero enterar, tengo que escribirlo. Yo leo y
escribo a la vez. Si supiera lo que va a ocurrir, si conociera ya el final,
creo que mi curiosidad se perdería y también la del lector.”
A veces las razones son
muchas y de ello da cuenta Octavio Paz: “He escrito y escribo movido por
impulsos contrarios: para penetrar en mí y para huir de mí, por amor a la vida
y para vengarme de ella, por ansia de comunión y para ganarme unos centavos,
para preservar el gesto de una persona amada y para conversar con un
desconocido, por deseo de perfección y para desahogarme, para detener al
instante y para echarlo a volar. En suma, para vivir y para sobrevivir.”
Ahora lo dejamos por aquí.
Volveremos al tema con otras opiniones.
1 comentario:
Para encontrar las raíces. Si las encuentran dejan de escribir
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